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martes, 30 de noviembre de 2010

La ciudad peruana globalizada

Estos aspectos generales de la globalización peruana se dan en un marco físico concreto que importa precisar para comprender los retos que enfrentamos.
A la llegada de los españoles la sociedad incaica tenía 100 años y concentraba unos doce millones de habitantes viviendo en un estado pre urbano organizado en un modo de producción asiático (M. Godelier, 1966). La economía reposaba sobre el funcionamiento de los ayllus, sobre la propiedad comunal y sobre el trabajo comunitario. Sus asentamientos no presentaban estructura urbana, ni tenían ninguna de las instituciones que posibilitan el desarrollo de la vida urbana pública.
Cuando el español funda sus ciudades, éstas son impuestas, son artificiales, no descansan en la base de la tradición propia. En estas ciudades los ideales políticos griegos, en donde la polis era la personificación última de la justicia y de la vida espiritual, no reaparecieron debido a que el ethos de su construcción tenía elementos económicos y psíquicos deformados desde su partida.
Esas ciudades son provisionales, no tienen dioses penates, ni pritaneo, porque no viven en la memoria de sus hijos. No conmemoran a su fundador, ni mantienen vivas las leyendas porque no son suyas. Estas ciudades organizadas de acuerdo al paradigma eurocentrista crecieron como mecanismos de fuera para adentro. De este modo rompieron con el sistema natural que tenia el incanato, y de aquí en adelante este sistema artificial ha continuado engordando contra natura.
Quienes atravesaron el océano, lo hicieron con la idea de ciudad en mente, mientras que el trabajo productivo fue de extracción de bienes de la tierra y del subsuelo, no existe evidencia de registro de comunidades agrícolas europeas transplantadas a América latina. El desarrollo de una economía ampliamente agrícola y minera realizada por gente con una mentalidad urbana constituye la mayor incongruencia de la historia institucional de América latina y sirve para explicar, en parte, las razones del sistema que continua operando en la actualidad respondiendo plenamente al paradigma eurocentrista. La consecuencia inmediata de esto fue la destrucción del sistema de organización y de la lógica de ocupación territorial, no solo porque se abuso de él sino porque en contraste con el interés del estado inca, la economía capitalista española tenía sus propios intereses ajenos.
Toda la organización del mundo y del cosmos referencial se cambió violentamente por una estructura que respondía a otros valores y a otro sistema económico. La población indígena tenía asentamientos de otro tipo al que impuso el español, las raíces de sus asentamientos estaban en el campo, en la vida comunal, en los vínculos familiares y en las relaciones establecidas por el sistema social incaico.
Además no solo la estructura del asentamiento cambio, sino que la organización regional también fue destruida, se impuso otra que no estaba en función del desarrollo del territorio sino a su saqueo. Cinco siglos después la colonialidad del poder continúa actuando impidiendo restituir la clave que permita el control de cada uno de los ámbitos vitales de la existencia social a la vida cotidiana.
El poblador de las ciudades de hoy día, responde a su ancestro, el pueblo joven es el asentamiento prehispánico. El contraste entre los dos tipos de ciudad, la europeizante y la nativa, es el contraste entre el asentamiento natural a este territorio y el ancestro nativo, frente a asentamiento globalizado y de implantación europeizante.
El modo particular de construcción de conocimiento que se ha impuesto ha impedido la construcción de una estructura física que responda al medio; nos encontramos con la española predominantemente impuesta y artificial, frente a la nativa, rica, natural, eficiente; pero los “técnicos” continúan con el trazo artificial e impuesto, con sus estándares costeños, también impuestos por copia y remedo de los estándares sajones, con su práctica costeña y limeña trasladada a la selva, a la sierra o a la misma costa sin el menor respeto a las costumbres, al modo de vida, a la ecología y a la misma economía local.

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